Galileo, diseñadas por Emanuele
Ricci para Lumina, aprovechan el principio de la refracción de la luz para
descubrir un modo nuevo de iluminar las cosas.
Los recorridos de la luz han sido estudiados como un instrumento científico y su resultado es un objeto cuya forma supera todo criterio estético porque es generada por un cálculo matemático; un objeto distinto de todos los demás, como es habitual en el estilo de Lumina. Ninguna lámpara se construye así: placas de cristal extra claro de elevado espesor son unidas con resinas especiales y transformadas con tecnologías de elaboración de nivel óptico en una gruesa lente cóncava que contiene, refleja y conduce la luz.
También disponible en versión
Mini Galileo y Galileo Parete, ambas con las mismas características y tratamiento en el cristal que su hermana
mayor Galileo.
Una vez encendida Galileo es
mágica: es como si una lámpara se disolviese en su misma luz. Los rayos
luminosos entran en el cristal, desaparecen de la vista directa y bajan a
iluminar los objetos sin molestar, sin encandilar, sin pantallas ni opacidad,
dejando el ambiente en una relajante penumbra.
La luz sigue su camino y el
cuerpo transparente de Galileo se transforma en una esfera de luz, una bola de
energía.
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